En la publicación pasada te hablé sobre tres cosas —no tan pequeñas— que puedes hacer para empezar a vivir de manera más sostenible, y en esta publicación quiero seguir desarrollando esa idea, pero desde una perspectiva ligeramente diferente, proponiendo tres pasos que puedes seguir para integrar realmente la sostenibilidad a tu estilo de vida. ¡Veamos estos 3 pasos hacia la sostenibilidad!
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La teoría
Para apostar por estilos de vida más sostenibles es esencial que nos hagamos preguntas, que estemos cargadas/os de curiosidad, que cuestionemos las cosas que consideramos “normales” y que perdamos el miedo a explorar temas nuevos y complejos.
Aprender sobre estos temas requiere dedicación, claro, pero son puras ganancias: estimulas la curiosidad y la creatividad, aprendes sobre nuevas cosas que pueden enriquecer tus conocimientos previos y adquieres mejores herramientas para habitar el planeta desde el respeto a ti misma/o y a todo lo que te rodea.
Por ejemplo: para reducir el impacto ambiental generado por las bolsas desechables de plástico, es importante entender donde se genera ese impacto, de qué está hecho el plástico y por qué puede ser tan peligroso para la salud de los humanos y los animales. Y para no caer en la trampa de cambiar ese problema por otro (o “maquillarlo de verde”), es esencial entender también por qué las bolsas de papel no son la solución, cuál es el impacto de la producción del papel y por qué el hecho de que sean biodegradables no significa que sean inofensivas para el medio ambiente.
2. La práctica
Dicen que un kilo de práctica vale más que dos toneladas de teoría… y yo creo que hay mucha razón en esa afirmación.
Es importante que entendamos por qué se generan ciertas problemáticas en el planeta y cómo podemos ajustar nuestros hábitos cotidianos para ser parte de la solución… pero es además esencial que pasemos esas ideas y ese conocimiento al terreno de lo tangible, a la acción.
Muchas veces, a pesar de entender las problemáticas ambientales y sociales a las que nos enfrentamos, nos quedamos inmóviles. Eso no necesariamente pasa por falta de voluntad, sino más bien por falta de confianza en nuestra capacidad de generar cambio, en la potencia que tenemos como individuos para construir de manera colectiva, para crear lo grande a partir de lo pequeño.
La información es poder, sí, pero es la acción la que le da significado.
3. El activismo
Cuando ya tenemos la teoría y la empezamos a convertir en práctica, el siguiente paso lógico (y absolutamente necesario) es multiplicar el impacto de tus acciones. Y eso se logra a través del activismo.
El activismo viene en muchos tamaños y colores. No consiste solamente en salir a marchas multitudinarias con pancartas enormes o en protestas en plazas públicas. también puede hacerse activismo a escala más pequeña y de manera menos “vistosa” —pero también efectiva—, por ejemplo a través de conversaciones con tus familiares, iniciativas en tu edificio u oficina, charlas en tu escuela, etc.
Ya sabes entonces: teoría, porque es esencial entender a qué nos enfrentamos. Práctica, porque es la manera de traer esa teoría a la realidad y convertirla en acciones concretas. Activismo, porque cuantos más somos, más podemos hacer y promover.
¿Cómo llevas este proceso? ¡Espero que te motives a pasar de la teoría a la práctica y de la práctica al activismo con estos 3 pasos hacia la sostenibilidad!